Retiro anual 2018 de la Región Trinidad

Por Ana Otero de Clavijo.

Querida familia de la región de la Trinidad, y familia de la Federación de Argentina:

Cuando vivimos una experiencia de cielo, queremos comunicarla a los cuatro vientos, compartirla con nuestros seres queridos, y sobre todo con quienes nos une el mismo amor por la Mater, por el Padre fundador y por el Santuario.

 

El pasado fin de semana, tuvimos nuestro retiro anual de la región de la Trinidad. Y como todo retiro, fue una oportunidad para poner a Dios nuevamente en el centro de nuestra vida. Las palabras del Padre Ludovico, nos fueron guiando para que pudiéramos meditar y poner en “orden” nuestro corazón. Incluso, después de la desilusión por el partido de Argentina, nada pudo arrebatarnos la alegría de ser elegidos por Dios desde nuestra pequeñez, como instrumentos en su Plan de Amor.

 

A lo largo del día, nos fuimos reencendiendo, en nuestra aspiración a la santidad, e imploramos la intercesión del Padre Fundador, para que nos regale, el fuego de ser FAMILIAS SANTAS! Y como buen Padre que es, acudió pronto a nuestro encuentro, y en cada uno de sus hijos, fue sucintado distintas impresiones, propósitos y anhelos que esperamos queden marcados a fuego y que podamos trasmitirlos a otros.

Al terminar el retiro, quisimos dejar plasmado nuestro cariño y gratitud al Padre José en este año en el que celebramos los cincuenta años de su partida al cielo, con un gesto que simbolizara el anhelo de arraigarnos cerca de su corazón. Y por eso, plantamos un árbol en el jardín de la casa que lo recibió durante su estadía en nuestro país. Con este símbolo, queremos invitar a todos los federados a hundir sus raíces en esta tierra bendecida, y juntos regalar a nuestro querido Padre, las flores de la santidad!

Los saludamos y rezamos juntos: “Danos hoy tu fuego Padre, para ser Familias Santas”.

 Les compartimos las palabras de Raúl Viñas y algunos fotos de esta linda vivencia junto al Santuario de Nuevo Schoenstatt.

Queridas Hermanas de Maria, querido P. Ludovico, queridos hermanos Federados:

Al culminar nuestro Retiro anual coincidente con este “Año del Padre”, hemos querido realizar un gesto perdurable que exprese nuestra gratitud, íntima adhesión y filial afecto hacia la persona del Padre Fundador.

“El Padre Kentenich consideraba a la Familia de Schoenstatt como un “Jardín de María” en el corazón de la Iglesia.  Allí hombres y mujeres habían de florecer y dar fruto, hacerse semejantes a María y vincularse hondamente entre sí. Todo ello para ir con Cristo,  el gran jardinero y buen pastor,  hacia Dios Padre.

El Padre se sabía llamado a ser imagen e instrumento vivo del jardinero Jesucristo para cultivar ese “Jardín de María” donde crecen y maduran hombres libres y dispuestos a abrazar la voluntad de Dios Padre.”  (Extraído de “Mirar al Padre”. P. José M. Neuenhofer)

Hoy también  y muy especialmente en estos tiempos de prueba, queremos que nuestras familias y comunidades sean “Jardines de María”, en las cuales  cultivemos una vinculación cordial y hagamos resplandecer el amor del Padre, para así proyectarnos a la Iglesia y demás ámbitos de apostolado con un fervor renovado y encendido.

Para materializar este anhelo,  en instantes más vamos a plantar un “jacarandá”,  el que con sus características flores celestes, recordará en cada primavera la cercanía de la Región de la Trinidad con este lugar de gracias y el compromiso de permanecer siempre fieles a los más    “ altos ideales”, tal como el Padre Kentenich nos señalara.

Elegimos hacerlo precisamente aquí, frente a la casa que el Padre  habitara durante su estadía en Nuevo Schoenstatt y que hoy evoca su presencia, su mensaje y su legado, y también muy cerca del Santuario Nacional que él mismo bendijo y al que definió como “signo de fe, de unidad, de lucha y de victoria”.

Invitamos a nuestro Jefe Regional acompañado de los representantes de cada Comunidad Oficial y del Curso 41 a plantar el árbol y a cubrir sus raíces con paladas de tierra.

 “ DANOS HOY TU FUEGO PADRE, PARA SER FAMILIAS SANTAS “

 

1 Comment

  1. Hermosa vivencia a la que nos unimos, para echar raíces junto al corazón del Padre y así dar frutos de santidad cotidiana. Fraternalmente. Mario y Marinés

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